Recordamos para aprender

Recordar el pasado es la forma más banal de dañarnos a nosotros mismos con recuerdos dolorosos y tristes, pero también es una de las mejores maneras de aprender del pasado y de nuestros errores, cuando recordamos revivimos el dolor, o la felicidad, de antiguos momentos y situaciones, y es en ese momento en los que podemos darnos cuenta de cuando cometimos nuestros errores. O si no fuimos nosotros, de quien los cometió. Y aunque duela recordar y parezca una condena eterna, lo hacemos porque debemos aprender y eso es algo que cuesta muchísimo, sobre todo si es un error nuestro, por que reconocer un error ajeno o echar la culpa a alguien de todo siempre será muchísimo más fácil que saber ver nuestros propios fallos, se necesita un grado bastante alto de madurez pare hacerlo. Así que analiza tus recuerdos y descubrirás el por qué te atormentan tanto y una vez conozcas la causa del error trata de aprender de esa etapa pasada y cambiar tu forma de pensar o actuar en ese tipo situación o volverá a ocurrir lo mismo que tanto se recuerda y tanto nos duele. Por qué ya lo dijo Albert Einstein: ‘Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.’ Y para no hacer lo mismo hay que dejar de pensar como antes y replantearnos todas las cosas hasta tal punto que nos haga ser mejores y poder evitar chocar contra el mismo muro de hormigón dos veces a 500 kilómetros por hora. Cuando logremos evitar esto, sabremos que hemos aprendido de nuestros recuerdos, de nuestro pasado.

'Es necesario aprender lo que necesitamos y no únicamente lo que queremos.' - Paulo Coelho.

La oscuridad que nos invade

    Hay oscuridad en las afueras de la ciudad y ya no sé si son por mi o tan sólo imaginaciones mías, pero deben ser por mi, siento como me llaman, siento como mi alma acude a ese llamado, como todo mi ser se va impregnando en esa oscuridad que provoca en mi una sensación de soledad, como nunca antes había sentido, a pesar de estar completamente rodeado de gente. Siento que todo me va importando cada vez menos, que ya me acostumbré al dolor de mis heridas, duelen pero ni me inmuto, siento que todo el mundo se aleja y que poco a poco me va importando menos conocer a alguien interesante, de hecho creo que ya no existe nadie interesante, nadie que pueda sacarme de esta oscuridad bañándome con su luz. La sociedad cada vez está más podrida y nosotros parece que cada vez estamos más acostumbrados, más conformes. No veo que luchemos lo suficiente por cambiar esto, y si yo ya estoy sumergido en unas tinieblas, de las que no creo que haya una posible salida, pronto estará el resto del mundo. Cada vez la gente me importa menos por qué veo que la humanidad ya esta perdida y a mi no me queda fé en ella, nos importan cosas tan banales y valoramos tan poco las cosas verdaderamente buenas y los pequeños detalles que estamos avanzando de forma meteórica a un profundo abismo de decadencia del que nos será imposible escapar. 

O no tenemos remedio o yo me estoy volviendo completamente loco.

'La televisión es el espejo donde se refleja la derrota de todo nuestro sistema cultural.' - Federico Fellini.

La felicidad no es un destino, es un estado de ánimo

“Creo que la gente se pierde cuando ve la felicidad como un destino. Siempre pensamos que algún día seremos felices, que tendremos ese coche, o ese trabajo, o a esa persona que lo arreglará todo, pero la felicidad es un estado de ánimo y es una condición, no un destino. Es lo mismo que tener hambre, no es algo permanente, viene y va y eso está bien. Creo que si la gente pensará de esta forma sería feliz mucho más a menudo. Así que creo que estar triste de vez en cuando no está tan mal aunque haya cosas buenas en tu vida.”

Sacado de la serie ONE TREE HILL.